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El conflicto interno propio del ciudadano(a) posmoderno genera apatía,
derrotismo, inconformidad, negativismo, desesperanza, procrastinación y en
muchos casos una conducta agresiva, activa o pasiva.
En el campo de las relaciones con los clientes, el cliente interno y las
diferentes instancias de la cultura organizacional esta postura existencial es
extremadamente dañina para los objetivos empresariales de adquirir más y
mejores clientes, enamorarlos y convertirlos al credo o religión de sus
productos y servicios y mantener un clima empresarial, positivo y propio para
el logro de las metas y las utilidades.
Está comprobado, que el acercamiento a métodos y ejercicios teatrales
nos permite (sin ser actores consumados como Lawrence Olivier…), identificar y desarrollar las percepciones,
los sentidos, las sensaciones y profundizar y liberar las emociones negativas
que “aparecen” en el proceso de relacionarnos con nuestros semejantes,
prospectos, compañeros y clientes.
En nuestros
talleres de “Elementos de la Técnica
Actoral, aplicados a la Comunicación, la Negociación, y la Creación de la
Sensación de Valor Estratégico para los Clientes” ofrecemos adiestramiento
corporal para superar bloqueos, control respiratorio, proxémica, conciencia de
sí mismo, intencionalidad, desplazamiento
en el espacio, sincronisidad y acomodo de los gestos y del propio movimiento al
movimiento del cliente.
Instruimos en
el desarrollo de habilidades de comunicación “no verbal”, la micro expresión,
el “body lenguaje” y su impacto en la
transmisión y recepción de mensajes y estados de ánimo desde y hacia los
clientes y prospectos.
Preparamos en los rudimentos elementales de
técnica vocal, la entonación, la declamación,
la mejora en la improvisación, la fisiología de la comunicación verbal,
aprender a utilizar palabras con poder y hallar el poder en las palabras.
Impulsamos el
desarrollo de la intuición, la capacidad holística, a mejorar la capacidad de
escucha, a discernir entre el ruido y la música, a interpretar las relaciones
entre las cosas, la creatividad, la improvisación, a establecer metas y
propósitos para los mensajes, la
capacidad para imaginar y narrar historias, el uso de analogías, metáforas,
hipérboles, la emotividad y el poder de
síntesis.
Todo lo
anterior coadyuva en profundizar el acto del auto conocimiento, la formación
del carácter, el desarrollo de la empatía, la coherencia entre lo que se
piensa, se dice y se hace, la alineación interna del concepto de respeto y la
aceptación incondicional positiva “del otro”; todo esto construye una identidad,
y una forma de dirigir la vida hacía el aspecto más auténtico de la misma.
Luis Eduardo Rubio Riveros
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